Deportivo Morón inicia la segunda rueda del campeonato con rivales a priori complicados y con el mismo análisis desde lo teórico luego llegarán fechas con los más accesibles. Con fecha tentativa de regreso, lo único concreto es que Morón cerró la primera mitad del torneo con 34 puntos en 18 encuentros, 3 por encima de Defensores, a 4 de Atlanta y a 5 de Estudiantes, Riestra y Platense.
Dicho panorama favorable no ocurría desde tiempos inmemorables, con un equipo que mostró pasajes de buen juego y por sobre todas las cosas, carácter y determinación a la hora de plantear e ir a buscar los partidos.
Claro está que el final está más que abierto desde lo matemático y será cerrado hasta la última fecha. Pero es preferible llevar al menos un partido de ventaja por el resto, es mejor tenerla a no tenerla. Y pasarle la «presión» a los rivales directos y ver como se mueven ellos allí, siempre y cuando Morón siga funcionando y traccionando puntos a buen ritmo.
Se podrá cuestionar algún planteo táctico, pero entiendo que hay no menos de 15 a 17 jugadores que están en un nivel parejo de competencia.
La repentina salida de Nicolás Gásperi, por más que los motivos y el contexto sean dispares, no deja de ser una baja deportiva como la ocurrida con Cristian Yassogna en 2016. Jugadores que alternaban titularidad (a cual perdieron por rendimiento) pero que estaban en la consideración del cuerpo técnico.
De hecho para los que les gusta el frío mundo de las estadísticas y los números, en partidos amistosos generalmente el equipo titular ganó, empató o perdió por la mínima. Y el de los relevos generalmente fue derrotado por uno o más goles.
De todos modos suele pasar que los partidos amistosos tradicionales suelen tener alto grado de informalidad. Lo que ocurre es que dada la situación particular que atraviesa el fútbol argentino la pretemporada finalizó hace rato. No hay jugadores «duros» ni falta de rodaje.
Desde ya que no es lo mismo rivalizar con pecheras a puertas cerradas que por los puntos, pero no se estuvo tan lejos de la presencia del armado de un torneo de amistosos. Sin menospreciar rivales, y entendiendo que para lo que pretenda el cuerpo técnico todo suma, es saludable que se juegue con rivales de categorías superiores. Es una forma de posicionar al club en lo deportivo, institucional y a nivel mediático, en el mejor sentido de la palabra. Si el fútbol no arranca y la pelota no se mueve el sistema no se sostiene. El negocio del fútbol (y lo periférico a el, el cual no es para nada insignificante) necesita de recursos.
Lo fue en su momento la publicidad estática, luego en la camiseta, el Prode, la TV tanto en su esquema privado como en el estatal. Todas estas variantes fueron efímeras, duraron un lustro, cuanto más una década en épocas de que se decía AFA rica, clubes pobres. Ya ni eso.
Los mismos de siempre que dirigieron los destinos ahora proponen soluciones. La discusión es fue y será para ellos el reparto del queso, porque la discusión de forma y de fondo todo es abstracto y no hay visión ni propuesta superadora.
Es totalmente arbitrario el numero impuesto al precio de los derechos de TV del fútbol. Más allá de las opiniones personales (a mi entender está sobrevalorado) la oferta hacia el televidente a nivel cualitativo y cuantitativo es similar hace 15 o 20 años. Se muestran tribunas grises, alambradas por doquier y vacías, sin público visitante ni intenciones de como reinsertarlo, sin aplicarle la tecnología de punta y hasta con los mismos periodistas stars de siempre. No hay valor agregado.
Comparándolo con otras actividades, es impensado televisar un recital masivo enfocando butacas y espacios vacíos.
En cuanto al puertas adentro, solo queda anhelar que este promisorio presente deportivo no se condicione por egos, vanidades e intereses mezquinos. Que se deje de pensar en esquemas personalistas y unidireccionales. Y que cada uno de los actores, desde el lugar que nos toque empujemos el carro para el mismo lado. No se puede jugar a la política permanentemente ni vivir en campaña electoral.
El panorama institucional aún no es claro. No se sabe cómo estaba el Club (punto de partida) ni el estado de situación al presente. Como así tampoco el estado de obras y las respectivas etapas. El estadio que formaba parte de la primera etapa fue inaugurado en 2013 y estaba previsto que en el plazo de 5 años se culminaban las otras dos con el Municipio como garante. Pero como es sabido, todo se fue dilatando y nunca quedó claro hasta donde y hasta cuando se podía efectuar reclamo alguno a la empresa constructora. Debido entre otras cuestiones, a que durante la presidencia de Diego Spina el límite entre «Juez y Parte» era muy pero muy finito.
Hoy se habla de superávit y de que se pagan deudas heredadas al ritmo del «mes y medio», ambas discutibles técnicamente y aun suenan incomprobables.
Más allá de todo y de todos, hay un perfume en el ambiente de optimismo, que supera la medianía de lo habitual, que se puede lograr aquello que se viene dilatando, esa palabra trillada que es prematuro esbozar (y es lógico que así sea) pero que se demostró que con mucho trabajo y capacidad se puede lograr.
La base está diría el Bambino, la motivación también. Será cuestión de respetar el sendero hacia la cima.
Por Fernando Grieco